Un ser humano es, ante todo, un saco al que hay que echarle comida; las otras funciones y facultades pueden ser más divinas, pero vienen cronológicamente después. El hombre muere y lo entierran, y todo lo que dijo e hizo queda olvidado, pero lo que ha comido lo sobrevive en los huesos fuertes o maltrechos de sus hijos.
El camino de Wigan Pier, de George Orwell
He ido descubriendo al azar de las lecturas, otras metáforas materialistas (de nuestra materialidad fisiológica) parecidas a esta. He recordado, por ejemplo, después de haber escrito la cita anterior, una de Vergilio Ferreira, el descarnado escritor portugués, que comparaba al hombre con un tubo, que en una actividad incesante, metía cosas por un orificio y las sacaba por el otro…
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