El hortera

Publicado primero en Frontera digital

Ilustraciones de horteras del s. XIX procedentes del libro «Los españoles pintados por sí mismos»

Intentaré, en esta reflexión que ahora arranca, un acercamiento entre literario y social a una figura problemática y ambigua, tanto considerada en su condición de trabajador como en la de intermediario en los procesos de intercambio, en concreto, el que Marx esquematizaba como Dinero-Mercancía-Dinero: el dependiente de comercio. Me detendré en algunos recuerdos personales y en un texto costumbrista de Antonio Flores1, incluido en Los españoles pintados por sí mismos1, una colección de retratos de la sociedad de la época publicado en Madrid en 1843, por Ignacio Boix2, con el título de “El hortera”.

La tienda (y la taberna, el restaurante, el hotel…) es el lugar del intercambio del equivalente universal, el dinero, por el valor de uso de la mercancía. El tendero (el dependiente, el camarero…) es el guardián de ese territorio limítrofe en el que se consuma la realización del deseo subjetivo del cliente de poseer el valor de uso de la mercancía, si tiene dinero… El dependiente es una figura compleja, ubicado entre la obediencia al dueño del comercio, su patrón, y la obsequiosidad hacia el cliente, que ejerce su autoridad (más terrible aún, de naturaleza precapitalista: la del amo respecto al criado) en tanto portador de dinero. Pero también el dependiente debe actuar como agrio censor, con el poder delegado por el dueño de las mercancías, frente a los clientes pobres que miran, regatean, intentan hurtar…

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