Ante la ley: interpretaciones y un corto

Tiene razón Pepa en su comentario. Yo, la verdad, me dejé llevar, en la sugerencia sobre el Infante consorte, por el tremendo final de la parábola: cuando el guardián le “ruge” al oído del moribundo campesino, que aquella puerta sólo estuvo abierta para él y que, tras su muerte, la cerrará. Es decir, que pese al carácter atemporal e inexorable con que se nos presenta la Ley, es un producto histórico y sus efectos y aplicación, desde luego, son personales. Pensemos, por poner sólo un caso cercano, en la ley que ha diseñado la Reforma Laboral en curso: se presenta como producto natural de la necesidad histórica, como si no tuviera autor ni voluntad conocidos, como surgiendo de detrás de esa puerta tras la que sólo hay guardianes. Pero la reflexión, las interpretaciones de este texto, absolutamente elíptico, van mucho más allá.

Hay un lectura política inmediata (que es parecida a la tentativa que ensayé en el último de mis Quince Asaltos, “Tirarse al monte”, al evocar el sinsentido de los estados y su Ley si los guardianes abandonaran sus puestos… O en el primero, con Pedro Picapiedra, desesperado y aporreando la puerta de la Ley que a él lo echaba de su propia casa.) y es la de que en el lugar de la Ley no hay nada. Que precisamente por eso, se necesitan tantos y terribles guardianes que custodien esa nada que decide, sin embargo, nuestras vidas. La Ley es sus guardianes.

Hay, también, una interpretación metafísica: la Ley es el Ser, que, inaccesible y secreto, oculto en el gran templo vacío, hizo nacer la pregunta filosófica por excelencia, la misma que provoca la espera angustiosa del campesino, hasta quedar casi ciego, empequeñecido, hasta su propia muerte tras la que la puerta abierta se cierra.

Y aun tiene el texto -Derrida se recrea en ello- una derivada literaria: la Ley es la ley del texto mismo, en relación a la literatura (con su propia Ley, con sus propias leyes históricas) y, sobre todo, en relación al lector. El lector es el campesino, que quiere descubrir el sentido último del relato. El guardián es el propio título, o un enviado del autor, que no niega la entrada a la sede de la respuesta: nunca dice que no, la puerta está abierta; sólo dice “aún no”; el sentido exige tiempo, se difiere, pero no se cierra ni desaparece…

Da mucho de sí, para meditar un rato, este mínimo relato de Kafka. He encontrado, para terminar, este cortometraje, de José Luis González Linares, que fue seleccionado en 2009 en el New York short film festival. Está basado directamente, como podréis ver, en este misterioso y desolado texto de Kafka. Me parece muy sugerente la traducción urbana que hace González Linares del diálogo entre el campesino y el guardián de este “relato sin relato” tan enigmático; también el blanco y negro ayudan, o la música o el viento, y hasta el estimable trabajo de los actores, a la evocación contemporánea de la intemporal escena kafkiana.

2 respuestas a «Ante la ley: interpretaciones y un corto»

  1. Me han sorprendido agradablemente tanto la entrada primera sobre el relato de Kafka ‘Ante la ley’ como el corto de José Luis González Linares que incluye Manuel en su segunda entrada sobre el mismo texto. Si en la primera el autor nos inducía a reflexionar acerca de la Ley y sus infinitas trabas, es en esta última entrada cuando Jiménez Friaza nos lleva por un camino lleno de matices, perplejidades y dudas, y como colofón le añade el vídeo. Mi comentario tratará sobre él.
    Dejando a un lado el trasvase de lo literario a la imagen, entendido como una actualización necesaria del tema, me interesa resaltar cómo el cambio de género ha ampliado los contenidos del cuento y los ha hecho aún más inquietantes.
    Un único actor, Omar Yñigo, también director, productor y guionista, representa a los dos personajes, el campesino y el guardián, ahora ciudadanos de México DF y convertidos en el delincuente que se dispone a cometer un delito, o al menos así se presenta, y en el policía –las gafas oscuras, el cabello liso y hacia atrás – que no se lo impide, sino que le avisa de que todavía no es su ocasión. Y ahí siguen, como en la historia de Kafka, el intento de soborno y la sorpresa del regalo, ahora un estuchito que se abre en doble espejo. Y aquí recordamos que la imagen del espejo es la única que el hombre tiene de sí mismo. Pero lo mismo son dos colegas que pasan la tarde charlando en un banco o dos delincuentes que planean algún negocio en común. El diálogo sincopado que mantienen, si no conociésemos el relato de Kafka, no da para más. En todos los casos se acentúa, al ser los dos el mismo actor, la oposición entre iguales y contrarios: el caos y el orden, Jekyll/Hyde, el yo y la conciencia.
    No sé si intencionadamente o es una apreciación mía pero la imagen del actor reflejada en los dos espejos recuerda los rostros redondeados y provocativos de los muchachos de la calle que pintara Caravaggio, pues el propio pintor juegaba también con esos dobletes en sus cuadros. Este parecido añade a los personajes un carácter aún más equívoco.
    El reflejo del sol en los cristales de un rascacielos es el punto de interés que atrae al personaje, así lo reflejan sus pupilas. Una luz pasajera que brillará mientras dure el sol y que se apagará cuando él se vaya. El ocaso incorpora un simbolismo más. El edificio quizá sea el del tribunal de Justicia de DF o al menos un edificio relacionado con ella. En todo caso funciona como una realidad reconocible.
    Y por fin el escenario. Una amplia zona verde, rodeada de construcciones imposibles que se muestran cual colmenas, el banco de diseño funcional sobre el que se sientan los dos personajes, la lejanía de los que están jugando o paseando, acentúan la sensación de soledad en compañía, la dureza de la vida en la ciudad.
    Si se vuelve a ver el video se encontrarán muchísimas cosas más.
    Hay que intentarlo de nuevo.
    Ánimo y enhorabuena por el blog.

    1. He vuelto a ver el corto, Virginia, y ya no he sido capaz de ver la escena del espejo doble sin recordar a Caravaggio, como usted indicaba. En realidad, todo su comentario está lleno de sugerencias y demuestra que es usted una lectora y espectadora atenta y experimentada. Qué cierto es que las versiones cinematográficas de textos literarios, como las traducciones, provocan siempre un “exceso” interpretativo, que abre nuevos horizontes que a su vez vislumbran otros… En ese hipertexto sin fin que son las artes humanas. Gracias.

Responder a Virginia Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.