¿Por qué no se caen las estrellas del cielo?

Leo en la Trilogía de los tres cuerpos, de Cixin Liu la siguiente intervención de un personaje (Feng): “Hermana, ¿por qué crees que no se nos caen encima las estrellas?”. Una pregunta que cuesta trabajo imaginar hoy, por varias razones:

Una, porque vivimos en un mundo en el que las verdaderas preguntas (las provocadas por la curiosidad y la ingenuidad a partes iguales, como causas primeras del descubrimiento y el deseo de saber) desaparecen en masa ante nuestros ojos y oídos desatentos.

Otra, complementaria, porque las preguntas son sustituidas a la misma velocidad por respuestas categorizadas en los repertorios de lugares comunes contemporáneos (¿no te recuerdas, en medio de una conversación entre amigos, donde por azar había surgido una pregunta ingenua, ver de reojo al listo de la pandilla buscando en Google una respuesta, para ver de ser Antoñita la Primera en contestar?)

Pues bien, la inquietante pregunta de Feng en la ficción de Cixin Liu me la hizo una vez, casi con las mismas palabras, hace una vida, un chico joven -hijo de una carbonera, amigo de mi hermano menor- mientras sentados en un banco de un parque contemplábamos absortos un inmenso cielo estrellado…

Improvisé una explicación, seguramente torpe y aturrullada, de la que no sé si a duras penas logró sacar algo en claro. De vuelta a casa, pensé -lo recuerdo bien- que podría haberme ahorrado la pedante disertación con la cara del que sabe, como yo imaginaba que correspondía a mi edad y mis estudios, y haberme limitado a compartir con él el asombro maravilloso que traslucían sus ojos y sus palabras… O, al menos, haberle dado la respuesta bienhumorada de Ye en la novela: “están demasiado lejos, no pueden caernos encima”.

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