“Lo que es, es, y lo que no es, no es” y otros asaltos (Apuntes, 18)

Lo que es, es y lo que no es, no es

Dos tratantes, aquí al lado. Uno, enfadado, le dice al otro: “porque lo que es, es y lo que no es, no es”. ¿A que parece una tontería? Pues ahí está toda la filosofía de occidente, desde Parménides…

¿Cuándo nace el artista?

Malraux decía que el artista nace en el momento de la juventud en que nos emociona más contemplar un cuadro que los objetos pintados en él. Creo que no le faltaba razón.

Estación de paso

Me encantan las estaciones. De tren, en los juegos de mi infancia, aplastando monedas haciendo equilibrio sobre las vías. De adolescente, paseando con los primeros amores. Después, viajando… El AVE y la desaparición de los cercanías me echaron de ellas. No he tenido más remedio que acercarme a las de autobuses. Los sentidos se aturden: flores, churros, ecos de megafonía, risas, gritos, achuchones… Saben, huelen y suenan a pueblo, a una libertad indefinible de gente que, aunque sea por unos minutos, no son de ningún sitio: gente de paso, transeúntes benditos transeúntes…

Cualquier cosa…

La protagonista de “Una jornada particular” (Ettore Scola): “A una mujer inculta se le puede hacer cualquier cosa”. La pregunta que se hace Marina Garcés es totalmente pertinente: ¿por qué a las mujeres cultas también? Nos preguntamos nosotros: ¿de verdad la cultura, tal como la entendemos, es realmente liberadora?

Nueva escuela

La nueva escuela del capitalismo contemporáneo ya está en obras, pero no lo construimos nosotros ni los estados sino los bancos y el mainstream. Es muy fácil caer en sus trampas cuando reclamamos una nueva educación…

Distopía perfecta

Humanos tontos en un mundo de objetos inteligentes, la distopía perfecta. Lo llaman inteligencia delegada y hemos entrado en ella como los gamusinos en el saco.

“Dinerito para el bolsón” y más inquietudes (Apuntes, 17)

¡Ay, los dinerillos crípticos, ay los euricos virtuales, ay los coins redivivos por la sucia demiurgia contemporánea! ¡Ay, cómo poco a poco se va removiendo la renovada fe en el dinero! Como si no se hubiera visto venir desde hace décadas, con la invención de las tarjetitas de plástico, que esta era la meta final: el dinero soy yo… Sin bancos ni cheques, ¿para qué, teniendo cada uno su ordenador? ¿Para qué bancos centrales, teniendo a los misteriosos “mineros” acuñando las invisibles monedas de la nada? Y el regusto de volver a ahorrar, de juntar un pequeño capitalito para montar un negocio, para volver a comprar, aquel capricho… Por ejemplo, el coche eléctrico que planeaba un compa de por aquí, que ya tenía abultado su bolsón de coins, de alguna de las nuevas casas de moneda y timbre que ya se expanden por el mundo…

Haciendo lo previsto por su naturaleza de valor de cambio: proporcionar beneficios en las transacciones de mercancías, que hacen ¿quién si no? los nuevos obreros o robots que hacen otros obreros ¿quién si no? a los que pagamos ¿en coins también, porque no? quedándonos con el pequeño remanente (el plusvalor, alguien lo recordará), pues siempre hay menoscabo en el precio de la fuerza del trabajo.

¡Pon-pon-pon dinerito p’al bolsón! Como en la vieja canción infantil… Que todo cambie para que todo permanezca, diverso y uno, en el tinglado renovado de la vieja farsa… ¡Vivan los coins en cualquiera de sus advocaciones y la madre que los parió! ¡Viva mi dueño!

El aprendizaje de la virtud

Parece que Sócrates pensaba que la virtud es un saber y que , por tanto, nadie comete maldades de propio intento, a sabiendas. La maldad, pues, nace de la ignorancia, aunque no de la ignorancia que difundió el mismo Sócrates (solo sé que no sé nada) sino, por el contrario, la ignorancia del que cree saber. Hay un poema de Agustín García Calvo, “La cara del que sabe”, que refleja esto de una forma muy plástica y entendible. Más tarde, a partir de Platón, el discípulo aventajado, esa posibilidad de enseñar/aprender la virtud llevó al malentendido de que un gobierno de “filósofos” sería ideal para nuestros problemas y, de hecho, luchó durante años para que su idea triunfara en Siracusa, sin éxito alguno. Y de ahí al debate siempre inacabado, entre los partidarios de un gobierno de élites intelectuales o técnicas y el gobierno de los comunes (vuelven a oírse con cierto alboroto a los partidarios de los sorteos como procedimiento ideal para elegir representantes…), que llega a nuestros días…

Ius personale, ius reale?

A la división del Derecho Romano entre el derecho de personas y de cosas (ius personale y ius reale) se le escapaban las esposas, los niños y los siervos, medio personas, medio cosas. A ese grupo se han unido en nuestro tiempo los animales . De como se resuelva esto depende en gran medida el futuro del Derecho y, con él, el de nuestras sociedades.